jueves, 6 de diciembre de 2007

La lucha


La imagen está tomada sobre hojas de adelfa (Nerium oleander L.), un domingo de mayo de hace un par de años. En ella podemos ver un nutrido grupo de pulgones amarillos sin alas, probablemente de la especie Aphis nerii, clavando su aparato bucal transformado en estilete y extrayendo así la dulce savia que corre a presión por el floema de la planta. Su anatomía incluye un invento exclusivo, un par de conductos negros que llamamos cornículos o sifones, por los que expulsan gotas de melaza: esto es un líquido azucarado que supone el exceso de lo que han chupado de la planta y su pequeño cuerpo no ha podido asimilar o retener, y que les sirve para entretener y despistar a las inquietas hormigas cuando éstas aparecen por la colonia. Estos individuos tan aparentemente inofensivos son capaces de transmitir virus tan letales como el de la Tristeza de los cítricos -aunque en la península no se les ha visto sobre estos árboles- y, más comúnmente, de producir deformaciones en hojas y disminuir la capacidad fotosintética, con todo lo que ésto revierte en el debilitamiento de las plantas.


Sin embargo, no es protagonista en esta fotografía el festín dominical que se puedan estar dando una familia de pulgones de la adelfa. En seguida captamos el horror de la escena cuando nos fijamos en el otro festín, el que se están dando un par de larvas de sírfidos (dípteros, como las moscas) con los propios pulgones. Desde que salen del huevo buscan al pulgón con ansiedad, mueven la ciega cabeza a un lado y a otro hasta que su boca encuentra a un incauto, el cual es inmediatamente devorado por el ancesrtral método de succión de jugos vitales, exactamente lo mismo que hace el pulgón con la planta. Probablemente la madre díptera hizo la puesta de los huevos en un punto estratégico, guiada por el instinto y antes de que la colonia llegara a ser lo que fue después, como el inversor que huele el negocio y compra sus acciones antes que nadie. Mejor, como el promotor inmobiliario que adquirió esos terrenos en medio de la nada y a los que, al cabo del tiempo, llegaron dos centros comerciales y tres autopistas de peaje. Comen vorazmente durante apenas dos semanas y después se van a pupar y se transforman en otra cosa con alas. Mientras tanto, cada larva ha levantado por los aires y ha devorado casi seiscientos pulgones.


Los sírfidos adultos, alados, son importantes insectos polinizadores. Vuelan durante el día de flor en flor succionando el néctar donde lo haya, pero, además, necesitan el polen y, en concreto, una proteína contenida en él, indispensable para la maduración de sus órganos sexuales y, por lo tanto, para la supervivencia de su especie. Siendo así, que el díptero necesita a la planta de forma tan vital y puede sentir la obligación de cuidar de ella, uno se pregunta si lo que vemos en la foto es un simple acto de supervivencia o si se trata de una venganza.


El género Aphis fue nombrado por vez primera por el gran Linneo, en 1758. La especie Aphis nerii fue descubierta en 1841 por Boyer de Fonscolombe. Si pinchamos sobre la imagen para ampliarla podemos ver el último esfuerzo del pulgón por zafarse del sírfido, al expulsar una gota de melaza por uno de los sifones, como si pudiera entretener al perro con ese hueso. Pobres monstruos.

lunes, 5 de noviembre de 2007

La ciudad de Vitrubio


He estado sumido en la lectura de un libro apasionante que recomiendo, Breve historia del urbanismo, de Fernando Chueca Goitia (Alianza, 1968). En su lectura, uno evoca las distintas épocas de la humanidad a través de la forma de hacer ciudades. Está escrito con maestría y vocación didáctica (los capítulos se llaman lecciones), y se nota dónde el autor quiere que nos detengamos con él a reflexionar sobre temas que pueden resultarnos suculentos, invitándonos a explorar otras lecturas, perdiéndonos en la Historia.


Paradójicamente, uno de los capítulos que me han parecido más interesantes es el que trata la ciudad del Renacimiento. Digo que puede ser paradójico porque, aparentemente, se trata de un período de cierto inmovilismo en cuanto a urbanismo se refiere: “pobreza y falta de ingenio de las realizaciones”, como dice Chueca. Sin embargo, es muy interesante la figura de Marco Vitrubio, arquitecto e ingeniero romano que estuvo al servicio de Julio César y Augusto, en el siglo I antes de Cristo, y de cuya obra civil sólo se conoce, por escritos, la basílica de Fanum Fortunae, antigua colonia en la región de Pesaro y Urbino, junto al Mar Adriático.

Vitrubio es más conocido por ser la fuente de la que beben los arquitectos del Renacimiento para imaginar una ciudad ideal. Su tratado, De architectura, compuesto de diez libros, sobrevivió al paso del tiempo, perdido en las estanterías de oscuros monasterios, hasta caer en manos de los humanistas del cuatrocento, que comenzaron a estudiarlo como una auténtica Biblia de la arquitectura clásica.

La ciudad ideal, según Vitrubio, es aquella que defiende a sus habitantes de los ocho vientos predominantes, y sus calles se ordenan “de tal manera que los vientos, atacando sobre los ángulos que ellas formen, se rompan y disipen”. Para llegar a este ideal, se basa en los conocimientos de los arquitectos griegos, y más concretamente en Andrónico Cyrrhestes y su Torre de los Vientos en Atenas. Así, como en todo su colosal tratado, Vitrubio deja patente su función de correa de transmisión entre el mundo clásico griego y el mundo idealista del Renacimiento.

La lástima es no disponer de las ilustraciones y demás gráficos que acompañaban el tratado. Pero, afortunadamente, tenemos herramientas informáticas con las que podemos observar a vista de pájaro algunos ejemplos de las ciudades que se fundaron, en pleno siglo XVI, siguiendo el ideal de Vitrubio; como Palmanova, al este de Venecia, con su plaza central hexagonal y cuya planta, un polígono de nueve lados, podemos ver en la imagen rodeada de campos de labor, carreteras y urbanizaciones modernas. Más ejemplos de ciudad vitrubiana: Grammichele y Avola, en Sicilia; Vitro-le-François y Philippeville, en Francia; y Coeworden, en Países Bajos.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Cousas da vida


-¿Por qué non lle dás de comer ao can?
-Para o que traballa...
-Pois entón, ¿por qué non o matas?
-Para o que come...


Castelao

lunes, 17 de septiembre de 2007

Los puentes de Euler


Las tribus bálticas de la región prusiana oriental de Tvanksta, se reunían alrededor de un enorme roble que llamaban romuva. Su civilización ardió con el árbol cuando los Caballeros de la Orden Teutónica fueron invitados por Konrad I, Duque de Masovia, a conquistar territorios paganos. Eran tiempos de las llamadas Cruzadas del Norte. Los Caballeros Teutones habían tenido cierto éxito en Tierra Santa tras su fundación en Palestina durante la Tercera Cruzada, a finales del siglo XII, y habían obtenido multitud de privilegios por parte de papas y reyes, como el derecho a quedarse en propiedad con los territorios conquistados. Pero no lograron controlar a los nativos del Báltico hasta que, en 1255, el rey Otokar II de Bohemia, el más poderoso monarca de todo el Sacro Imperio Romano-Germánico, segundo hijo de Wencesleao I de Babenberg, acudió en ayuda de los Caballeros para dominar y cristianizar definitivamente a los paganos. Fue entonces cuando fundaron Königsberg, la Ciudad del Rey, en honor a Ottokar.

El tiempo no transcurrió inocentemente durante siglos y, probablemente, el río Pregolya, o Pregel, que cruza la ciudad y muere en la laguna de Vístula, primero, y, poco después, en el Báltico, se tiñó muchas veces con la sangre derramada en incontables guerras. Pero es también la ciudad que dio a luz a uno de los más ilustres hombres de la Historia: Immanuel Kant. El filósofo iluminado vivió prácticamente su vida entera en Königsberg, desde su nacimiento en 1724 hasta su muerte, el 12 de febrero de 1804, y llegó a ser catedrático de Lógica y Metafísica en la Universidad de la ciudad. Por aquel tiempo, el matemático más célebre del momento era Leonhard Euler, suizo de Basilea y una de las mentes más prodigiosas de todos los tiempos. Euler llegó a Prusia en 1740, escapando de una Rusia zarista que no cuidaba bien a los científicos.

En la imagen (realizada con Google SketchUp) vemos el corazón de la ciudad: una isla en el río Pregolya que alberga la llamada Catedral de Kant. Y, lo más importante, siete puentes que cruzan el río por distintos puntos sobre los que Euler construyó uno de sus famosos acertijos: cómo cruzar por todos y cada uno de los puentes sin pasar nunca dos veces por uno mismo. No es nuestra intención desvelar aquí el misterio, pero sí que nos digáis cómo lo haríais vosotros.

Prusia llegó a ser el país más grande de Europa, incluso después de la unificación de los estados germanos en el siglo XIX con el Káiser Guillermo, derrotado Napoleón III. La Historia volvió a dar la vuelta una vez más con la capitulación de Alemania tras la Primera Guerra Mundial y la desmembración de Prusia entre Alemania y Polonia. Pero el golpe definitivo llegó con la Segunda, a cuyo término Königsberg quedó reducida a cenizas, como ocurriera con la ancestral Tvanksta. Esta vez las bombas de los aliados hicieron de Caballeros Teutones. Setecientos años después de Ottokar II, los restos de la ciudad de los siete puentes pasaron a formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, con el nombre de Kaliningrado, en honor del político bolchevique Mijaíl Ivanovich Kalinin. Hoy, después de la independencia de Lituania, es una ciudad aislada del resto de Rusia y rodeada de Europa, y muchos sueñan con una nueva Königsberg. Otros, incluso, sueñan que vuelven los tiempos de romuva, y descubren extrañas runas en un claro en el bosque.

lunes, 10 de septiembre de 2007

La perla del lago


A orillas del lago Léman se encuentra La Perle du Lac, uno de los parques públicos más hermosos y privilegiados de Ginebra. Con una superficie de casi cinco hectáreas, constituye un fragmento de franja verde en la orilla derecha, en la que también se encuentran los parques de Barton, de L’Ancien Bureau Internacional du Travail (B.I.T.) y el Jardín Botánico de la ciudad, entre otros.

Los parques, aunque se consideran independientes, no están separados físicamente más que por grandes ejemplares de tilos, robles, castaños y otras frondosas que hacen de membrana permeable a los paseantes.

Venimos caminando por la Rue du Quai Mont Blanc. Atrás queda el bullicio de la ciudad, que está en fiestas (el primero de agosto es la fiesta nacional). Atravesamos los parques de Mon Repos y de Moynier, de los que merece la pena (mucho) hablar en otro momento. El lago Léman, a la derecha, se va abriendo; se aleja de nuestra vista la otra orilla, poblada de pequeñas embarcaciones y casonas invisibles con enormes praderas arboladas. A nuestra izquierda, se nos llena la vista de flores: un hermoso jardín lleno de macizos de vivaces sobre una cuidada pradera en pendiente ascendente que se aleja de la orilla hacia la Rue de Lausanne; acabamos de entrar en los dominios de la Perla.

Caminamos encandilados entre los alargados macizos y parece que estuviéramos empequeñeciendo entre malvas, begonias, diversas especies de compuestas y umbelíferas, papiros y cañas de azúcar, bocas de dragón y papilionáceas de todos los colores, cinerarias e incluso ricinos de color escarlata. Arriba, la fuente monumental, en dos niveles, nos hace mirar en el sentido en que discurre el agua, hacia el lago, como si estuviéramos viendo un Ródano en miniatura.

Hay que destacar la limpieza extraordinaria, no sólo en éste, sino en todos los parques y jardines de la ciudad. El estado de conservación es exquisito: desde el estado sanitario de árboles y arbustos, hasta el perfilado de las praderas sobre los caminos o la elección de las especies de vivaces. Todo está perfecto y la limpieza es la gran guinda de este pastel.

Volvemos entonces la vista hacia el Léman, deshacemos el camino y nos topamos con un pequeño embarcadero y su pequeño dique de piedra. Allí podríamos coger una mouette (literalmente ‘gaviota’, pero es una barcaza a motor) que nos llevara a la otra orilla del lago, a la llamada plage de Genève, pero por esta vez preferimos quedarnos en este lado. Ginebrinos y viajeros esperan leyendo la prensa, mojándose los pies en el agua o, simplemente, embelesados con el paisaje.

Junto al embarcadero existe un antiguo chalet con invernadero que hoy es el restaurante Perle du lac; bien integrado en su entorno, es una de las dos construcciones que existen en el parque. En el mismo lugar donde los romanos de la Galia helvética decidieron construir unas termas ricamente adornadas (descubiertas en 1926), Hans Wilsdorf, fundador de Rolex, exclamó, probablemente en un hermoso día soleado, “Ésta es la verdadera perla del lago”, no sabemos si refiriéndose al parque en sí, al armonioso paisaje que lo rodea con las espectaculares cumbres siempre nevadas de los Alpes en la otra orilla o a la Villa Bartholoni, la segunda de las dos construcciones, de la que no podemos evitar hablar. La villa aparece, majestuosa, rodeada de una frondosa arboleda en la cima de otra pradera, esta vez con ligeras salpicaduras de tagetes en pequeñas manchas de color, dando protagonismo al verde de la gramínea recién segada y a la espléndida fachada florentina de la mansión, que impresiona por la armonía de sus proporciones, la pureza de las líneas y el juego de luces y sombras pronunciado en el centro por dos loggias (o terrazas) superpuestas. Fue construida entre 1825 y 1827 por los hermanos Jean-François y Constant Bartholoni, banqueros de París, cuyo apellido dio nombre al parque que hoy nos ocupa, en lo que entonces era un solar de la familia Melly. Un siglo después, la Sociedad de Naciones (O.N.U.) compró los terrenos, incluyendo los parques de Moynier y Barton, con el fin de construir su sede. Finalmente, se decidió llevar el futuro centro a un terreno de mayor superficie junto al Jardín Botánico, y los tres parques fueron donados al Ayuntamiento de Ginebra en 1929, para disfrute de los ciudadanos.

La Villa Bartholoni se construyó según el proyecto del arquitecto parisino Félix-Emmanuel Callet (Gran Premio de Roma de 1819 y buen conocedor de la arquitectura italiana). De estilo neoclásico, influencia florentina y rodeada por el parque, de estilo inglés, se dice de ella que es un buen ejemplo de residencia suburbana de la época de la Restauración. Fue concebida como lugar de recepciones durante las breves estancias de sus propietarios en la ciudad, para acoger en su seno a una sociedad brillante, cosmopolita y apasionada por el arte y la música. Encarna el ideal aristocrático de pabellón de recreo que sacrifica lo doméstico y familiar a favor de la fastuosidad. Como ejemplo, basta mencionar las pinturas murales estilo pompeya en las salas de la planta baja, muy valoradas por la finura en su ejecución, realizadas por un equipo de artistas italianos dirigido por el pintor François-Edouard Picot. Los motivos decorativos y su paleta cromática revelan la fuente de inspiración: escenas mitológicas, amores, diosas, monstruos marinos, genios alados, naturalezas muertas, guirnaldas, palmas, volutas, grecas, etcétera.

Desde 1964 alberga el Museo de Historia de la Ciencia. Se trata de una institución única en Ginebra. Las colecciones del museo incluyen microscopios, barómetros, cuadrantes solares, astrolabios y un sin fin de instrumentos, libros y documentos científicos antiguos que proceden de familias ginebrinas y de instituciones públicas.

La diosa Atenea parece custodiar los tesoros desde la fachada trasera, en un cuidado conjunto escultórico formado por cuatro macizos rectangulares de vivaces, pradera y un seto regular de boj que bordea la escultura de la diosa.

De la casa se entra y se sale como si fuera un elemento más del parque. Desde las ventanas, no perdemos de vista a los ginebrinos que leen al sol, tumbados en las praderas, ni los frondosos arces y tilos del parque que proporcionan sombra fresca a los deportistas, ni los macizos de flores, perfectamente recortados sobre la verdura. Seguimos viendo las blancas cumbres alpinas y el azul del lago Léman. Ahora comprendemos perfectamente el significado de las palabras ‘perla del lago’.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Citas del día

"Amigo, es que la naturaleza es muy sabia. No se contenta sólo con dividir a los hombres en felices y desdichados, en ricos y en pobres, sino que da al rico el espíritu de la riqueza, y al pobre el espíritu de la miseria. Tú sabes cómo se hacen abejas obreras; se encierra a la larva en un alvéolo pequeño y se le da una alimentación deficiente. La larva ésta se desarrolla de una manera incompleta; es una obrera, una proletaria, que tiene el espíritu del trabajo y de la sumisión. Así sucede entre los hombres, entre el obrero y el militar, entre el rico y el pobre."
1
Pío Baroja
(1872-1956)
l
l
"El pueblo, desgraciadamente, es todavía muy ignorante; y es mantenido en su ignorancia por los esfuerzos sistemáticos de todos los gobiernos, que consideran esa ignorancia, no sin razón, como una de las condiciones más esenciales de su propia potencia."
1
Mijaíl Bakunin
(1814-1876)
l
l
"Además, sin los asnos no podrán formarse las mayorías, de modo que el asno puede pasar por el prototipo del gobernador."
1
Honoré de Balzac
(1799-1850)

martes, 28 de agosto de 2007

L'Orfeo de Monteverdi

400 años de ópera



El Teatro Real de Madrid presenta para la próxima temporada un total de veinte títulos operísticos entre los que destaca L’Orfeo de Claudio Monteverdi.

Se presenta esta obra aprovechando las celebraciones del cuarto centenario de su estreno el 24 de febrero de 1607, en el Palazzo Ducale de la corte italiana de Mantua, fecha que se ha señalado como el nacimiento de la ópera. Monteverdi, figura más importante en la transición entre la música renacentista y la barroca, estableció para siempre las pautas de un nuevo género con un revolucionario tratamiento dramático y musical.

L’Orfeo es una obra compuesta por madrigales (composición de tres a seis voces sobre un texto secular, a menudo en italiano) alternada con canto recitado en la que el texto, de enorme belleza intrínseca y autoría de Alessandro Stringgio, tiene capital importancia. Lo que convierte a la ópera en música teatral.

Pero aunque L’Orfeo ha pasado a la historia como la primera ópera, es justo reconocer como antecedentes las teorías de la Camerata Florentina, grupo de músicos, literatos, pensadores.., florentinos liderados por el conde Bardi que no cesaron en el empeño de experimentar, estudiar e imitar la tragedia griega clásica que era una síntesis dramatizada de música, poesía y danza. De la Camerata Florentina nacería la que muchos musicólogos consideran la primera ópera, Euridice de Jacobo Peri, estrenada en 1597.

Es el Duque de Mantua, Vicenio Gonzaga, el que tras asistir a una representación de Euridice encarga a Monteverdi la composición de L’Orfeo a la que el autor dota de todos los principios capitales de la ópera: pasajes recitados, melódicos cantados y orquestales, y el uso del basso continuo.
SINOPSIS ARGUMENTAL

Argumento
El prólogo transcurre en la corte del duque de Mantua. La duquesa anuncia que contará la leyenda de Orfeo, el poeta mítico que realiza la catábasis para recuperar a su esposa Euridice, armado solamente con su música, con la que consigue calmar a las furias y ménades.

Acto I
Orfeo y Euridice celebran sus bodas y las ninfas y pastores los rodean danzando con alegría.
Acto IIEl segundo acto se inicia con el canto jubiloso de Orfeo recorriendo Tracia. Entra Silvia y anuncia a Orfeo que su esposa ha muerto mordida por una serpiente venenosa mientras recogía flores. Orfeo parte para rescatar a su amada del mundo subterráneo, o para quedarse junto a ella en el reino de las tinieblas.

Acto III
En el acto tercero, nos encontramos a la entrada del mundo de los muertos. Esperanza que acompañaba a Orfeo debe abandonarlo allí. Caronte se niega a transportar a Orfeo por el río de los muertos; sin embargo, no puede resistirse al canto de Orfeo y queda adormecido. Orfeo toma los remos y boga a la orilla prohibida.

Acto IV
El acto cuarto se abre con un diálogo de los soberanos del mundo subterráneo. Proserpina, la esposa de Plutón, ruega a éste que conceda lo que pide el poeta. Plutón consiente en el regreso de ambos amantes a la superficie con la condición de que Orfeo no vuelva la vista atrás en ningún momento para comprobar que Euridice le sigue.
Un ruido extraño le hace volver la cabeza, desesperado, Orfeo se vuelve para mirarla, entonces la figura de Euridice desaparece en la niebla, se pierde para siempre.

Acto V
El acto quinto nos muestra a Orfeo inconsolable, jurándose no amar nunca más. El dios Apolo se apiada de él y lo convierte en una estrella que brilla para siempre en el cielo. La ópera termina con las alabanzas al amor fiel y el arte de Orfeo.


FICHA ARTÍSTICA


Para esta producción el Teatro Real contará con Pier Luigi Pizzi para la dirección de escena y la presentación de William Christie como director musical.

De las voces partícipes destacan Dietrich Henschel del que subrayamos sus creaciones de personajes, Xavier Sabata, quien ya participó como solista en el proyecto Les jardins des voix de la mano de Christie, y Maria Grazia Schiavo.

domingo, 12 de agosto de 2007

Arriate

Esta hermosa palabra, que bien podría ser un apellido de pianista vasco-francés o de profesor universitario de viticultura, es una de las voces jardineras que más me fascinan (es la primera vez que digo que algo me fascina), no sólo por su sonoridad y por las cosquillas que nos provoca en el paladar cuando la pronunciamos, sino por el misterio que encierra: es probablemente, junto con 'platabanda' - de la que hablaremos en otro momento -, una de las palabras absolutamente desconocidas por jardineros, paisajistas, arquitectos paisajistas, arquitectos jardineros, paisajistas jardineros, ingenieros jardineros y todos aquellos que se dedican a construirlos y mantenerlos. Están ahí, pero nadie los llama por su nombre jamás. Es frecuente, incluso, que se omita su presencia en una conversación jardinera por el mero hecho de no saber cómo nombrarlo: "tenemos que levantar todas las plantas de temporada en estos cinco parterres y de aquella...aquellos...eeeh...aquellos maciz...hum... aquella zona de allí junto al murete...eeeh...hay que levantar todas las flores de temporada de estos cinco parterres." Punto y aparte. Se produce un silencio incómodo porque nadie sabe cómo referirse al arriate.

Hay que señalar que la palabra 'parterre', la prima hermana francesa de 'arriate', goza de una popularidad inmensa en el argot. El parterre no sólo lo sabe nombrar todo el mundo y señalarlo con el dedo, sino que se ha convertido en una especie de sinónimo de todo elemento del jardín, un comodín que cualquiera puede utilizar en todo momento: "vamos a hacer unos parterres aquí, junto a estos otros parterres ya existentes, para formar un apoyo del conjunto escultórico rodeado de parterres de color y parterres de arbustos de hoja perenne; habíamos pensado también en conservar aquel parterre de coníferas." Acabas harto de esta, por otro lado, preciosa palabra. Pero es lo que ocurre con el manoseo que conllevan las modas; hay que reconocer que estamos en el tiempo de los parterres, aunque no lo sean propiamente dichos. Ahí están otras palabras, no tan hermosas, como 'macizo', que vieron pasar su momento y que esperan volver al candelero cualquier día de éstos.

Según la Real Academia Española de la Lengua, arriate - que proviene del árabe andalusí 'arriyáḍ'', que a su vez proviene del árabe clásico 'riyāḍ'', plural de 'rawḍ'' (huerto) - es una "era estrecha y dispuesta para tener plantas de adorno junto a las paredes de los jardines y patios". Tiene dos acepciones más: enrejado de cañas o encañado y camino o calzada o paso.

Volveremos sobre el arriate constantemente, porque se lo merece y porque es muy importante recuperar lo que es nuestro.

Heautontimoroumenos

"Étymologiquement ' homme qui se punit lui-même ', c'est le héros de comédie de térence (190-159 av. j.-c.) qui est le premier à souffrir d'une mesure disciplinaire dont il a frappé son fils. modèle d'un ' bourreau de soi-même ', ce personnage s'applique aujourd'hui au fumeur. sous prétexte d'un plaisir douteux, plus souvent en raison d'une habitude dont il n'arrive pas à se défaire, le fumeur devient l'esclave d'une consommation apparemment choisie mais qu'il ne domine pas. il est soumis à des désagréments sensoriels ou esthétiques, diminué dans ses capacités intellectuelles, physiques et sexuelles, exposé à des complications ultérieures, cardio-vasculaires et cancéreuses, qui le tueront. le fumeur apparaît ainsi comme la première victime d'une pratique sur laquelle pourrait en principe s'exercer sa volonté." Le poème L'heautontimoroumenos est dans Les fleures du mal, de Charles de Baudelaire.

"Etimológicamente 'hombre que castiga a sí mismo'; es el héroe de la comedia de Terencio (190-159 a. C.), es el primero que sufre de una medida disciplinaria, atribuida a su hijo. Modelo de un "auto-torturador", este personaje ahora se aplica al fumador: bajo pretexto de un dudoso placer, por lo general a causa de un hábito que no puede desprenderse, el fumador se convierte en esclavo del consumo aparentemente de su elección, pero que en realidad no domina. Se somete a desagradables experiencias sensoriales o estéticas, a la disminución de su capacidad intelectual, física y sexual, y a la exposición a complicaciones posteriores, cardiovasculares y al cáncer, que lo acabará matando. El fumador se presenta como la primera víctima de una práctica que en principio podría ejercer según su voluntad." El  poema El heautontimoroumenos se encuentra en Las flores del mal, de Charles de Baudelaire.

El hombre tranquilo

El cárabo, que soy yo, acaba de aterrizar dando por finalizado un largo vuelo nocturno y está cansado. Hace un rato sobrevolaba el jardín, rozando las ramas de los árboles sabiamente escogidos para adornar, sin posarse en ningún momento, sin parar a repostar ni siquiera en las jacarandas. El deleite que suponía viajar de una fragancia a otra, de textura en textura, pasar a tal velocidad entre la verdura, le hizo olvidar la necesidad de encontrar alimento. El experimento le pasa factura. Está cansado. Pero no pasa nada. Qué mejor banquete para el alma que soñar despierto.

Es verano, como siempre. Hace tiempo que dejé de ser un hombre tranquilo para convertirme en mirlo de ciudad y, después, sin darme cuenta, en ésto: un ave nocturna que sobrevuela parterres y arriates, macizos y platabandas: un salvaje que se mueve en el espacio ordenado.

Es agosto. El olor de la flor de la melia ya nos había vuelto locos mucho antes; las acacias se limitan a dar forma a sus frutos; las praderas se quieren mostrar secas por estas latitudes. A lo mejor sacamos algo bueno de toda esta mezcolanza de emociones.

Se permiten todo tipo de embarcaciones. Hablaremos de la construcción de acequias y de la fotografía, de las adelfas y de los rinocerontes, de los viñedos de Nyon y de los mouros, de la música y del paisaje, en toda su extensión. Los de las montañas vendrán aquí a hablar del valle; los de los valles llegarán para hablar de las fuentes, etcétera. No podemos perder ni un segundo más. Sed todos bienvenidos al jardín y servíos una copa de nuestro mejor vino.